LOS SOCIOS DE LA CONQUISTA DEL PERÚ

Francisco Pizarro, Diego de Almagro y Hernando de Luque en Panamá. Dibujo: Jorge Salazar.

Los socios de la conquista del Perú

Entre 1522 y 1524, los rumores de la existencia de un imperio rico en metales preciosos en el sur del continente eran muy fuertes en Panamá. Sin embargo, el gobernador Pedro Arias Dávila prefería concentrar su energía en la conquista de las actuales Costa Rica y Nicaragua. Pedrarias creía que las noticias eran mentiras de los indios o exageraciones de Pascual de Andagoya.

Sin embargo, los veteranos conquistadores de Tierra Firme Francisco Pizarro y Diego de Almagro presentían que algo grande estaba por descubrir más al sur del río San Juan. Ambos tenían encomiendas, tierras y ganado en Panamá, y disfrutaban de rentas y comodidades, pero envidiaban la gloria y fama que Hernán Cortés y Pedro de Alvarado, los conquistadores del Imperio Azteca.

Decididos a arriesgarlo todo, le confiaron sus planes al fraile Hernando de Luque, maestrescuela de la catedral de Panamá, poseedor de cierta fortuna y amigo del gobernador Pedrarias. El sacerdote aceptó ayudarlos, con la condición de que la repartición de las ganancias se haga en tres partes iguales. Entonces se fundó la “Compañía del Levante”. Pizarro, Almagro y Luque juraron ante la cruz dedicar todos sus esfuerzos y recursos para el éxito de la empresa. Para sellar el pacto comulgaron con una hostia partida en tres pedazos.

Francisco Pizarro se comprometió a comandar las expediciones, Diego de Almagro asumió el reclutamiento de soldados y el aprovisionamiento de los buques, mientras que Hernando de Luque gestionaría los fondos y licencias. Sin embargo, muchos historiadores sostienen que detrás de Luque intervenía el rico comerciante Gaspar de Espinoza, quien habría sido el verdadero sostén económico de la empresa perulera durante los tres viajes de Pizarro.

Finalmente, a la hora de gestionar la autorización del gobernador Pedrarias, éste exigió como condición la cuarta parte de las riquezas obtenidas. Los socios originales tuvieron que aceptarlo, para no echar a perder todo lo que ya se había invertido y preparado. En setiembre de 1524, zarpó de Panamá un barco llamado “Santiago”, llevando a Francisco Pizarro y ciento doce cristianos dispuestos a todo por ser ricos o morir en el intento.